Nos encontramos en una realidad cada vez más cambiante y compleja, en una etapa de disrupción en la que algo se acaba y algo nuevo nace o trata de emerger y nuestra supervivencia y bienestar depende de nuestra capacidad de dejar atrás lo que ya no vale y estar abiertos a los nuevos patrones que determinan el futuro emergente.

Ese futuro emergente requiere un tipo de liderazgo que desde la introspección haga que seamos la mejor versión de nosotros mismos para imaginar y crear la mejor versión de la sociedad, rompiendo con el egocentrismo, la idea del “más es mejor” y el poder de decisión derivado de intereses particulares y como bien dice Otto Scharmer en “Leading From The Emerging Future”, entender la desconexión entre el “yo-naturaleza”. “yo-los demás”, “yo-Yo” para redireccionar nuestro comportamiento y nuestra manera de relacionarnos con el entorno.

Estamos agotando nuestros recursos naturales de manera masiva y esto explica la brecha ecológica que vivimos hoy en día. A pesar de que solamente contamos con un planeta tierra, estamos dejando una huella ecológica de un planeta y medio, es decir, estamos utilizando un 50% más de recursos que los que nuestro planeta puede regenerar para satisfacer nuestras necesidades.

Pero también vivimos en una brecha social. Dos millones y medido de personas en nuestro planeta sobreviven con menos de 2$ al día y la polarización en la sociedad es más que visible, el 1% de la población mundial posee más riqueza económica que el 99% restante.

Además existe también una clara brecha espiritual o de bienestar que tiene que ver con la conexión entre el yo y el Yo más profundo y que se experimenta, sobre todo, en las culturas más occidentales. El yo actual y el Yo del futuro emergente no están conectados en la mayoría de los individuos, y eso deriva en el crecimiento del agotamiento, la depresión, el malestar y el desapego entre lo que realmente somos y lo que hacemos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mortalidad por suicidio es superior a la mortalidad total causada por la guerra y los homicidios.

La Tierra nos está dando señales, Como muestra la campaña “Nature is Speaking” de Conservation International, nos está diciendo claramente de que algo tenemos que cambiar, que no somos imprescindibles y que hay que re-orientar nuestra manera de vivir, trabajar, consumir y relacionarnos.

 

“Nature doesn’t need people. People need nature”

Conservation International.

Y nos preguntamos… ¿Cómo podemos transformar el sistema capitalista, para que como individuos estemos conectados al resto de personas, al sistema y a nosotros mismos? Y seguimos preguntándonos… ¿Qué forma debe de coger la empresa o cualquier actividad emprendedora para estar alineada con los retos sociales y medioambientales que nos está marcando la Madre Tierra?

Es en este nuevo escenario, en la Nueva Era, donde surge un nuevo entendimiento de la empresa y del ecosistema empresarial-emprendedor. Así surgen conceptos como el de Empresa Changemaker, que da nombre a las organizaciones que son capaces de trabajar conectadas a su propósito y definen un camino para llegar a su visión. Estas son las que tienen y tendrán éxito en esta situación de complejidad y cambio disruptivo, ya que se mantienen alineadas a los retos que están emergiendo. Por otro lado, son empresas conscientes de la importancia de las personas que forman la organización, por ello las capacitan a través de herramientas que activan sus aptitudes, para liderar procesos de cambio dentro de la empresa, y de esta manera fomentar el bienestar de las personas que mantienen viva a la organización. En esta nueva definición, las palabras empresa y social no están separadas, sino que van de la mano, son complementarias. La RSC (Responsabilidad Social Corporativa) queda atrás, las Empresas Changemaker aplican la innovación social a su propia actividad económica, siendo sostenibles y desarrollándose a favor de las nuevas pautas que marcan el orden del mundo, aprovechando su poder de producción y de influencia para convertirse en motores del cambio en la sociedad para el bien común.

Además hay otro ingrediente que las define, su cualidad de empresa abierta. Estas organizaciones comprenden que los retos del futuro emergente son los mismos para tod@s, son retos compartidos, así que conviene sumar fuerzas para afrontarlos. Al abrir sus puertas, las organizaciones se encuentran con un espacio fértil en el que colaborar con otras empresas, usuarios o emprendedores sociales. Un ecosistema en el que la empresa es un ente vivo en constante conexión con otros agentes y personas y donde se crean alianzas, a través de las cuales surgen las Cadenas de Valor Híbrido, que desde la colaboración para afrontar los retos del futuro emergente compartidos, dan pie a productos y servicios responsables, de impacto positivo, acordes al estilo de vida aspiraciones de hoy en día y alineados con las reglas de la naturaleza humana y medioambiental.

Pero no olvidemos que el futuro emergente y la re-orientación de la sociedad, va a depender, en gran parte, de las nuevas generaciones, que como “nativ@s de lo digital” que somos, tenemos una accesibilidad y perspectiva diferente sobre el mundo y sus retos. De esta manera se nos ha abierto un abanico inmenso de opciones en el que el poder de elección aumenta y la posibilidad de crearnos un posicionamiento propio acerca de lo que sucede es más común. Por ello, la conciencia individual se acentúa y se crea una conciencia colectiva, gracias a las posibilidades de expresión, difusión y conexión que ofrece lo digital. Es más fácil mostrar inconformismo y conectar con otros inconformistas alrededor del mundo, para actuar con mayor repercusión ante los problemas sociales y medioambientales por los que pasamos y cuyas consecuencias estamos y seguiremos sufriendo.

Las personas de las nuevas generaciones nos mostramos críticas con actitudes de generaciones anteriores y nos cuestionamos el modo de vida de, por ejemplo, nuestros padres, de esta manera, se está creando un nuevo paradigma que se visibiliza en la manera de vivir, trabajar, consumir, comer, y movernos de hoy en día, que no es más que una muestra de lo que ocurrirá en futuro.

Los jóvenes empezamos a no ver el valor en el sistema educativo tradicional, nos preguntamos cada vez más su por qué y queremos trabajar en empresas en las que contribuimos al bienestar social y a la sostenibilidad. Tenemos aspiraciones y no consumimos respecto a nuestro poder adquisitivo, sino que respecto a la repercusión y consecuencias de consumir tal o cual producto/servicio.

Por lo tanto, a parte de transformar a las empresas para que se adentren en la Nueva Era y así crear un tejido empresarial-emprendedor acorde a los retos del futuro, debemos empoderar a las nuevas generaciones, para que aprendan del futuro y así se vean y se sientan creadoras y conductoras de la re-orientación de la sociedad.

¿Jugamos al Futuro? En DOT ya lo estamos haciendo, bienvenidos a THE FUTURE GAME. 

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